domingo, 31 de agosto de 2008

Reaccionar a tiempo, antes de comer carne importada


Por Néstor E. Roulet

Para LA NACION


El desconocimiento del gobierno nacional de las características del sector agropecuario, al suponer una producción con variables fijas, lo lleva a tomar medidas equivocadas. Considera que en nuestro sector se trabaja como en la producción de tornillos: si con dos kilogramos de acero se fabrican 1000 tornillos, con cuatro kilogramos se producirá el doble.
En el campo no es así; aplicar el doble de fertilizante no implica que el cultivo rinda en forma proporcional porque depende del clima, de las enfermedades, de las plagas, etcétera. Lo mismo sucede con los animales; si la vaca lechera está bien, produce 30 litros de leche por día, pero si un día comió mucho grano -se empacha- produce 10 litros. Si la vaca de cría queda preñada, todo va bien pero si aborta o parió mal se perdió un año y se la tiene que vender como rechazo a precio de regalo.
En la producción agropecuaria inciden variables biológicas, climáticas y de mercado, que obligan a tomar las decisiones en cuestión de horas y si uno se equivoca no tiene revancha hasta el año próximo (en el caso de la agricultura) o hasta tres años después en el caso de la ganadería y de la lechería.
Por estos días se define la siembra del maíz y siguen las intervenciones (cierre de exportación, convalidar aumento de insumos como la urea: en abril de 2007 el Gobierno firmó un acuerdo con Profértil por US$ 300/t y en agosto de 2008 por US$ 450/t; es decir, un 50% de incremento en su valor en dólares en prácticamente un año, lo que hace dudar al productor: sembrar o no).
La Bolsa del Comercio de Rosario publicó un informe en el que se refleja la reducción de intención de siembra, cuestión que se confirma con la devolución de bolsas de semilla por parte de los productores.
El gobierno nacional debe entender que si no se siembra dentro de los próximos tres meses, se pierde un año de cosecha de maíz. Ni que hablar de la ganadería. Si no se retiene la ternera este año, dentro de dos años no habrá posibilidades de reponer la vaca vieja. Y actualmente las condiciones para retener vientres no son buenas, ya que el negocio no cierra. A fines de 2005 el criador vendía sus terneros a $ 3,60 por kg y hoy lo vende -por la intervención del Estado- a $ 3 por kg, mientras los insumos aumentaron entre un 50 y 60%.
Esta es una clara demostración de que la aplicación de una política de precios adosados a la producción es un fracaso, porque tiene origen en una hipótesis falsa: "Si el animal en pie es barato, va a ser barata la carne en el mostrador" y la realidad muestra que mientras que al criador le pagan menos por su producción, el precio de la carne en el mostrador aumentó un 100% en los últimos tres años.
Mientras sea atribución de la Secretaría de Comercio Interior -con la colaboración de la Oncca- la diagramación de una política agropecuaria que se basa en deprimir los precios al productor y cambiar constantemente las reglas de juego, no hay dudas de que la repuesta va a ser una menor producción de alimentos. Desaliento
En ganadería es tal el desaliento productivo que vemos cómo, año tras año, se destinan más terneras y vaquillonas a faena. La proyección hace suponer que en 2009 habrá, prácticamente, un faltante de 1.800.000 vaquillonas para reponer las vacas de rechazo, lo que nos llevaría a producir -al 60% de destete de promedio- un millón de terneros menos en 2010.
Ante este escenario, la proyección de la oferta de carne disminuiría en forma considerable, en contraposición al aumento de la demanda en el mercado interno (manteniendo el consumo per cápita de 70 kg/año y el aumento demográfico del 1% anual), por lo que en el período 2011/12 se tendría que importar carne para cubrirla.
Hace más de tres años insistimos en advertir al gobierno nacional que la falta de rentabilidad y previsibilidad, consecuencia de la política de precios adosados a la producción, está vaciando la ganadería; lo más triste es que levantamos la cabeza y vemos cómo países vecinos (Uruguay, Brasil y Paraguay) crecieron de la mano de los buenos precios internacionales mientras nuestros gobernantes los siguen considerando "una maldición".
Tenemos que reaccionar rápidamente. Si en la producción agropecuaria no tenemos en cuenta que "el tiempo que se pierde es sinónimo de menor producción", indudablemente al Bicentenario -en el país de las vacas- lo festejaremos consumiendo carne uruguaya.


El autor es vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)



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